RUTA 13 - 2º Curso.
"Senderismo por el monte de GARRAFE DE
TORIO"
Fecha: 31-1-2015
Componentes de la expedición:
Antonio,
Mariví, Elisa, M. Ángel, C. Felipe y Queti.
La previsión era intentar ascender a Braña Caballo, pero el día amaneció ceniciento y con ganas de pintar de blanco los roquedos que se habían descolorido. Un gran nubarrón gris se cernía sobre toda la zona norte. Así que, para no vernos atrapados por el temporal que se avecinaba, nos dirigimos a un lugar cercano y accesible, el monte de Garrafe de Torio.
Cuando llegamos al pueblo, los primeros
copos empezaron a adornar los rojizos tejados y las parduscas calles, aunque
unos madrugadores y sedientos rayos de sol pronto los disolvieron.
Animados
por las tenues briznas de sol, recorrimos el pindio camino que, engalanado con una vaporosa alfombra
blanca, nos condujo al robledal.
Sin rumbo fijo, zigzagueamos por los solitarios caminos, unas veces guiados por los tibios rayos de un sol fugaz, otras veces azotados por una inesperada ventisca de nieve.
Después de pisar la inmaculada nieve del monte y patear, durante 18 Km, los caminos solitarios, disfrutando de la pasajera afonía del campo y de un versátil y aunque ampuloso horizonte, arribamos en Fontanos.
Cambiamos la ropa y el calzado y, en el Teleclub del pueblo, degustamos las cervezas y el aperitivo, amenizado por la cordial coloquio con los lugareños.
Después de una animada sobremesa, embelesados por el esplendor del paisaje, regresamos a casa.
Con
la tranquilidad de saber que no íbamos a
realizar un gran esfuerzo para coronar, nos dedicamos a hollar la límpida nieve
que cubría el rojo barro de los
caminos y vestía los desnudos robles y las resecas hierbas.
Sin rumbo fijo, zigzagueamos por los solitarios caminos, unas veces guiados por los tibios rayos de un sol fugaz, otras veces azotados por una inesperada ventisca de nieve.
Bordeamos gozosos y enardecidos
riachuelos que conducían las frías aguas por el valle y admiramos la solitaria
y apacible laguna que en el ardiente estío sirve de abrevadero a las sedientas
ovejas.
Después de pisar la inmaculada nieve del monte y patear, durante 18 Km, los caminos solitarios, disfrutando de la pasajera afonía del campo y de un versátil y aunque ampuloso horizonte, arribamos en Fontanos.
Cambiamos la ropa y el calzado y, en el Teleclub del pueblo, degustamos las cervezas y el aperitivo, amenizado por la cordial coloquio con los lugareños.
Luego, espoleados por la repentina
borrasca, nos refugiamos en Casa Remis. Allí, mientras observábamos cómo la
nieve iba abrigando con su esponjoso manto los antiguos objetos que adornaban
el coqueto patio, saboreamos generosos chuletones de buey y novillo, regados
con buen vino y unos magníficos postres caseros. ¡ Qué bueno estaba todo ¡ y
¡qué agradable fue el servicio¡.
Prometimos repetir ¿cuándo?
Después de una animada sobremesa, embelesados por el esplendor del paisaje, regresamos a casa.
Felipe