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lunes, 13 de junio de 2016

Ruta 25. Curso 3º. Pico Meloíta.


RUTA 25. CURSO 3 º
PICO  MELOÍTA
Fecha: 29-5-2016

Componentes de la expedición:
Antonio, Mariví, Elisa,  Goyo, Queti, C. Felipe, Miguel Ángel, Cesar, Guti y la perrita Blacky.



            La ruta del día 29, ascensión al Pico Meloíta, en realidad, comenzó la noche del día 28.  Los auspicios meteorológicos eran sumamente adversos e hicieron que la marcha programada para el sábado se retrasase para el domingo.

            No obstante, la mayoría de los montañeros, algunos con compromisos previos se excusaron, hicieron una “quedada” en la amplia y cómoda mansión de César  y Guti para ver la final de la “Champions” entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid.

            Alrededor de unas sabrosas tortillas que César cocinó con esmero, de crujientes croquetas, de deliciosas setas, de placenteras tartas….., todo ello regado con los buenos vinos y las frescas cervezas de la confortable posada, ¡GRACIAS CÉSAR y GUTI¡, contemplamos el mítico partido mientras oíamos repicar, en la calle, las gruesas gotas de la incesante lluvia.

            El partido fue un tanto aburrido, ni las efímeras caladas a los inusuales cigarrillos fueron capaces de desatar las risas, pero  tuvo dos ganadores.  Por una parte, el Real Madrid que ganó el partido, por la mínima, a los penaltis. Por otra parte, Goyo que se llevó la “porra”. ¡Ojalá le sirva para amortizar las deudas que tiene con su hijo pequeño¡
           
            El día 29, con un día nublado y gris, no acorde con la estación primaveral,   después de haber tomado el típico café matinal en un bar cercano a la ermita del Buen  Suceso, para amortiguar la resaca de la noche, decidimos subir al pico El  Meloíta.


            La lluvia respetó nuestra subida, por la cara sur del pico. Hubo tiempo para charlar, para identificar setas, para observar el paisaje antes de coronar la ascensión. No fue una ruta dura, fue la apropiada para el día. Fue, más bien,  corta y cómoda  porque la niebla, la llovizna y los resbalones  hicieron que nuestros guías desistieran de que coronáramos, también, el pico Prado.



            Después de coronar, iniciamos la bajada por una canal pindia, llena  de piedras sueltas y húmedas que, a pesar del cuidado, nos hacían sentar. Hacia media pendiente, nos detuvimos para admirar el escondido y acicalado nido de un coloreado pajarito que, ante el trepidante ruido de las piedras, abandonó los azulados huevos que, con suavidad y esmero, calentaba.

            Mientras comentábamos las maravillas de la naturaleza, un traspié de Miguel Ángel le llevó a pelearse con las  sueltas rocas. Estas, impetuosas, comenzaron a rodar cuesta abajo llevándose con ellas a Miguel Ángel que, por suerte, pudo vencer el impulso y detener la aparatosa caída. Blacky, rápida como un rayo, también esquivó las gruesas rocas que la perseguían. No fue necesario llamar al helicóptero de rescate.  Unos superficiales rasguños en la cara y la invención de una historia fantástica  para explicarlos a sus alumnos zanjaron el incidente.



            Después de un descanso en la collada para coger fuerzas, por una frondosa, aunque empinada pradera, continuamos nuestro descenso, a ritmo reposado, por el mismo sitio que lo habíamos hecho la última jornada, buscando, de nuevo,  corros de setas primaverales.

          
            Degustamos la comida y los vinos de “casa Senén” y nos despedimos hasta la próxima ruta en la que esperamos que, por fin, la primavera, Urbano y Mª Eugenia nos acompañen.

Felipe


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