RUTA 3. CURSO 2017 2018.
RUTA PICO SOCELLÓN.
Fecha: 23-12-2017.
Componentes de la expedición: Elisa, Goyo,
Miguel Ángel, Queti, Mariví, Antonio, César Felipe, Urbano y nuestra inseparable
Blacky.
Estaba previsto subir al Pico Pradilla desde
Genicera, pero ante la triste noticia de la muerte de de la madre de nuestra
compañera Ana Isabel, decidimos cambiar la ruta por el Pico Socellón para poder
asistir al entierro celebrado en Tolibia de Abajo.
Tomamos café en el bar Las Hoces de la Vecilla,
donde reservamos sitio para comer sobre las tres de la tarde.
Dejando atrás Valdepiélago, Montuerto y Nocedo,
nos dirigimos a Arintero, lugar que ya hemos visitado en otras ocasiones, y
allí aparcamos los coches. Después de recoger el material necesario nos
disponemos a emprender la marcha hacia el Socellón
Cuando llevamos andando poco trecho se nos
acerca un guarda para avisarnos de que debemos tener cuidado porque va a comenzar una cacería en aquellos parajes. Parece ser
que no han cumplido la ley que les obliga a poner señales en el camino para
advertir de esta actividad, se nota cierta relajación en el cumplimiento.
Las cacerías son una fuente de ingresos
notables para los pueblos de la montaña y para las armerías, un ambiente
propicio para intercambiar impresiones y cerrar negocios al calor de la
camaradería que se crea entre los participantes y donde escasean las participantas.
Con la mosca detrás de la oreja, toda
precaución es poca, ascendemos en animada conversación hasta la cumbre del Socellón
donde, después de reponer fuerzas, comenzamos a desandar lo andado. Nos vamos
cruzando con algunos miembros de la cacería que, rifle en mano, esperan
pacientemente que la suerte les asigne una pieza. Suponemos que esa espera no
merece la pena sino el ambientillo al lado de una suculenta comida y otras
circunstancias.
Ya cerca
del pueblo, oímos los primeros tiros y los aullidos de la rehala que espanta y
conduce a la caza hacia esas armas automáticas con mira telescópica y una
precisión impresionante Es posible que, no tardando mucho, vengan provistos de
unas gafas de realidad virtual que les permitan conseguir el tiro perfecto.
Mientras
nos acercamos a los coches, nos da tiempo a observar la casa de la Dama de
Arintero, de su leyenda hablaremos en otro momento y solo diremos que fue acusada
de “violar las leyes de Dios, al guerrear siendo mujer”. Por supuesto que en
aquellos tiempos no había ceremonias de entrega de los Globos de oro ni cien
doncellas francesas.
Una vez adecentados y presentables, nos acercamos hasta Tolibia de Abajo para acompañar a nuestra compañera Ana Isabel en el funeral y entierro de su madre.
En el bar Las Hoces nos entretuvimos viendo la
confrontación entre los eternos enemigos del fútbol español mientras algunos aprovechaban
para dedicarse al mercadeo de artilugios de afilar.
La comida fue abundante y sabrosa, hubo, entre
otros platos, sopa de setas, picadillo, conejo escabechado y lomo de cerdo.
La verdad es que nuestros compañeros
madridistas supieron encajar la derrota y nadie hizo leña del árbol caído en el
viaje de vuelta.