SALIDA  A LA PEÑA LARGA

1 DE OCTUBRE DE 2022

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Componentes de la expedición: Mariví, Antonio, Queti, Miguel Angel, Elisa, Goyo, Ricardo, Urbano, Blacky y la inestimable compañía virtual de Felipe, María Eugenia y Félix

 

Con ganas se esperaba la propuesta de la primera salida del curso, aprovechando este sol primaveral.

 

 Las ocho de la mañana nos dieron cuando ya íbamos camino de Huergas de Babia donde, después de los afectuosos saludos, tomamos un café en el bar El Moriscal, como de costumbre, mientras comentábamos las incidencias del largo verano, tanto como La Peña a la que nos disponíamos a subir.

 

En Pidrafita de Babia aparcamos los  coches y nos dispusimos, desde el principio, a subir la ladera empinada de la Peña larga, que, a decir verdad, acertaron con el nombre.

 

La subida,  aunque fue cómoda, nos pilló un poco desentrenados. Una vez en la cima, dimos cuenta de los alimentos que llevábamos para reponer fuerzas mientras contemplábamos por la otra vertiente el Lago que da nombre al pueblo babiano visitado por nosotros en otra ocasión, conocido por los murales del pintor Sierra que adornan alguna de sus paredes.   

 

    

Cuando nos disponíamos a bajar, contemplamos unas trincheras, recuerdo de otros tiempos nada agradables de la historia de España.

 

Descendimos con precaución porque un resbalón puede traer graves consecuencias y en un prado entre pinares, nos encontramos un grupo de setas, entre ellas la Macrolepiota Prócera que es comestible pero puede confundirse con la Lepiota de menor tamaño.

 

 Haciendo caso a Cloti, que conoce bien estos parajes por ser oriunda del Parque Natural de Somiedu, cerca de aquí, comimos al aire libre  en un agradable jardín del Hotel La Mora.

 

 

Frente al hotel se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Carrasconte, patrona de Laciana y Babia como estaba abierta aprovechamos para curiosear por su interior.

 

 

Cuentan los que saben de estas cosas que siglos ha, por estos parajes se encontraba un desconsolado pastor por haber perdido a su mujer y, como suele suceder en estos casos, la Virgen se le apareció para darle consuelo. Como nuestra señora no da  puntada sin hilo, le insinuó que deberían hacer una ermita en su honor en aquel maravilloso lugar.  Los lugareños se pusieron manos a la obra y con sus esfuerzos levantaron la ermita.

 

 En aquellos tiempos aún no había descubierto la Iglesia la inmatriculación así que lacianiegos y babianos se disputaban la propiedad del templo.  Estando así las cosas, se sometieron al juicio de los más sabios del lugar, los cuales decidieron hacer dos puertas, una para cada comarca en litigio, de forma que  se podía entrar por Laciana y salir por Babia o viceversa.

 

 Previendo que algunos, por sus ideas religiosas, no entrasen por ninguna de las dos puertas, y teniendo a mano una piedra  megalítica relacionada con el culto ancestral a la Tierra  que caracterizó a los pobladores prerromanos del lugar, la llamaron “piedra furada” y la  a utilizaron para marcar el límite entre los dos históricos concejos, de forma que colocándose frente a ella y, sin espatarrarse, se puede decir que un pie reposa en Babia y el otro en Laciana.

 

Como las personas somos olvidadizas por costumbre, se estableció desde el siglo XVII, un día al año para realizar una romería a la que acuden los lugareños y otras gentes donde no falta la música, el mercado, y el factor crematístico con las misas durante toda la jornada mientras los fieles cumplen con la tradición de acercarse al altar a besar a la Virgen y depositar una limosna.

 

Sólo queda reflejar la estrofa alusiva a Nuestra Señora y que dice así:

Virgen de Carrasconte

Carrascontina

que frente al hotel La Mora

estás ponidina

 

­­­­­­En León, a 11 de octubre de 2022, cuando ya hemos despedido a San Froilán, esperamos a la Pilarica y el agua sin aparecer, claro que si su visita como es como la de Cuenca, virgencita que me quede como estaba.

 

 

Urbano