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sábado, 14 de marzo de 2015

ruta 16. Curso 2º. Las Xanas



RUTA 16 - 2º Curso.

LAS XANAS

Fecha: 14-3-2015

Componentes de la expedición:
Antonio,  Mariví,  Elisa,  Goyo, M. Ángel,  C. Felipe,  Queti, Mª Eugenia, Ángel, Ana Isabel, Julio y Nicole.

           

          Como la nieve caída aún tapaba y hacía inaccesibles los senderos de la montaña leonesa, aprovechamos la ocasión para hacer una incursión por la vecina región de Asturias.

         Madrugamos y franqueamos el hermoso puerto de Pajares con la típica neblina resguardando las rocosas crestas de las cumbres y una fina lluvia humedeciendo el negro asfalto. Admirando el nuevo y lujoso auto de Ángel y disfrutando con sus explicaciones y con la información que nos deparaba su fascinante navegador, llegamos a Campomanes donde tomamos el matutino café y degustamos unos sabrosos dulces que alguien de la comitiva aportó.

         Con rumbo seguro ya que  seguíamos el coche de Antonio, llegamos a Oviedo y, cogiendo la dirección a Grado, nos dirigimos hacia Trubia donde giramos a la izquierda y, siguiendo el valle del río Trubia, desembocamos en el parque y zona recreativa de las Xanas.

            Sobre las diez horas iniciamos el recorrido  del magnífico desfiladero de las Xanas, hadas que  habitan en los ríos y fuentes de esta hermosa región, que se encuentra en el corazón de Asturias y que fue declarado Monumento Natural por el Principado de Asturias en el 2002.
        
         Se  puede decir que es el hermano pequeño de la Ruta del Cares leonesa, por  la belleza de la senda tallada en la roca, por los túneles y por el interés paisajístico. Es menos exigente  en cuanto a dificultad y la distancia del recorrido es más corta que la Ruta del Cares, unos ocho kilómetros.
  
         Después de un corto paseo por la carretera a Tenebro, giramos a la derecha y subiendo un poco por la senda, atravesamos un túnel labrado en roca viva que nos introduce en el desfiladero formado por el arroyo de las Xanas. Desde allí se ven magníficas postales del pueblo  de Villanueva, sumido en el valle, y del agua cristalina que discurre, al fondo, entre resecas hierbas y desnudos fresnos y avellanos.

         Llaneando por la senda alcanzamos una de las zonas más espectaculares, paseamos por debajo de un arco excavado en la roca caliza a mediados del S. XIX en un intento de mejorar las comunicaciones, por tierra, de Pedroveya, Dosango y Rebolleda con el valle de Trubia. El proyecto resultó fallido pero quedó este hermoso pasadizo protegido con barandillas de cuerda que aprovechamos para la foto.



         Luego encontramos un segundo túnel excavado sobre la roca y que se asoma al acantilado. Seguimos caminando, con el grupo desperdigado,  por una senda fácil y hallamos  una zona boscosa con hayedos, alisos y castañares, aún  desnudos. Las cristalinas aguas del río Viescas mesan sus pies y luego hacen llamativos saltos de agua.



         Los árboles caídos, el esponjoso y verdoso musgo que  viste  a los que se mantienen en pie y el enmarañado ramaje que los rodea, hacen el   lugar adecuado para las fotos.




         Tras cruzar  un puente, el camino se bifurca en dos, aunque ambas opciones que llevan a nuestro destino: Pedroveya.  Nosotros nos dirigimos hacia la derecha. Aquí empieza un repecho más duro, aunque ayudan a superarlo los peldaños de madera colocados a lo largo de la senda. Hacia la mitad de la ascensión hicimos un pequeño descanso para facilitar el reagrupamiento de la comitiva porque Goyo, que encabezaba el grupo, nos había sacado del reposado  ritmo.

         Reagrupados,  seguimos la llamada de los esquilones de las ovejas, ponis  y yeguas  que se solazaban en los verdes prados y alcanzamos la iglesia –ermita de San Antonio en Pedroveya.

        



         Aquí, debajo del tejo centenario, hicimos un descanso para comer el bocadillo, reponer fuerzas y admirar las bonitas estampas que nos mostraban los pueblos de Dosango  y Rebolleda.

 
         Después del descanso, recorrimos el pueblo de Pedroveya  jalonado de hórreos acicalados por doradas trenzas de mazorcas  y casas tradicionales y,  para variar la ruta y hacerla circular, subimos a Dosango. 



  
         Luego continuamos  por la carretera  para, finalmente, coger una pista a la izquierda que, por  entre verdes prados, deshojados árboles y aislados apriscos, nos llevó, al cabo de cuatro horas al lugar en el que iniciamos la ruta. 

         Después de acicalarnos un poco, subimos a los coches y,  siguiendo la Ruta del Oso, nos dirigimos a Teverga.

         En el restaurante “Casa Aladino” saciamos nuestro apetito. Mayormente fabada y cabrito asado o guisado, para poder comparar. Excepto Ana y Nicole  que se ligaron al camarero y le sirvió variedad de ensaladas y platos adornados de marisco.

        
         

         Para finalizar la jornada visita cultural  al paseo de Teverga y a la Colegiata de San Pedro , construida antes del año 1096, y  cuyo estilo es de la transición entre el ramirense y el románico de Castilla. Posee un gran patio central, a cuyos lados podemos divisar la casa abacial, la iglesia parroquial, la sacristía y sobre ésta la sala capitular. La fachada presenta una torre campanario con un reloj.

        Regresamos a casa por el puerto “Ventana” que comunica con S. Emiliano.
A través de las ventanillas del coche, pudimos contemplar espléndidas vistas de la nieve helada bordeando de la carretera, alfombrando los prados y engalanando los desnudos robles.


              
   ¡Bonita y descansada incursión en tierras asturianas¡

Felipe

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