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sábado, 30 de enero de 2016

Ruta 15. Curso 3º. Ruta los Bueyes

RUTA 15. CURSO 3º
RUTA LOS BUEYES
Fecha: 30-1-2016

Componentes de la expedición:
Antonio, Mariví, Elisa,  Goyo, Queti, C. Felipe, (y la perrita Blacky).



            Desafiando la niebla que ensombrece la zona y oculta los picos, un grupo, diezmado, del “Club el Faro”,  inicia la subida a la Peña los Bueyes en Villanueva de la Tercia.

         Eran las 9:30 de la mañana  y ya habíamos oído el lastimero lamento de los perros de caza encerrados en los metálicos remolques arrastrados por potentes coches, tomado café y degustado las orejas de carnaval de Elisa en el Ezequiel y  charlado con el numeroso grupo de cazadores que se disponían a dar una gran batida a los jabalís.



         Ajenos al inesperado ajetreo, dejamos los coches en Villanueva de la Tercia y comenzamos, casi sin poder calentar, la ascensión. La espesa niebla impedía ver las peñas que debíamos sortear hasta que no estábamos encima, pero eran unas peñas enormes, erosionadas por el agua, el hielo y el paso del tiempo.











         Cuando unos tenues e inestables rayos de sol  iban disipando, ya en la altura, la niebla y  dejando ésta depositada en el valle como si se tratase de un inmenso “mar de niebla”, pudimos contemplar, como si estuviéramos en la “Ciudad Encantada” las rocas polimorfas que nos recordaban, bien, a la cabeza achatada de una gigantesca serpiente que con lengua de horquilla nos amenazaba, bien, a una enorme tortuga que, orgullosa, exhibía  su redondeada cabeza.











         Las imaginarias formaciones, las consabidas fotos y el sol  nos distrajeron un momento de nuestro objetivo y nos permitieron descansar del primer esfuerzo. Repuestos, continuamos, por la cresta de las peñas, la ascensión  a la “Peña de los Bueyes”. Aunque  la reciente claridad nos la presentaba cercana, tuvimos que caminar dos horas, en algunos tramos, pisando  una escasa  capa de   nieve helada, hasta llegar a la falda del pico.











         Para coronar, tuvimos que arriesgar  y trepar por la nieve  helada  que rodeaba el pico. Foto, firma y rápido descenso, espoleados por el  viento helado. Con la ayuda de nuestro Antonio, conseguimos descender,  lentamente,  por las resbaladizas rocas a  la base del pico, sin caídas.























         Pasada la tensión, iniciamos un reposado descenso por la cara norte de la peña, pisando la nieve virgen que se asentaba en la especie de “terrazas” que surcaban la sombría ladera. Con  un golpe de tacón, asentando bien el pie, descendimos, sin miedo, como los rumorosos regatos, hasta un amplio valle, surcado por  un riachuelo de cantarinas aguas atropadas  de los innumerables arroyuelos que en él confluían.

         Siguiendo las desbrozadas sendas del ganado, alcanzamos un camino  conocido, ya que, el año pasado, nos condujo a Braña Caballo. Unos charlando animadamente, otros, como Goyo, Elisa y Blacky, corriendo, atravesamos el solitario pueblo de Millaró.



         Los ladridos de los perros y el nervioso murmullo de la ocas nos despidieron y, siguiendo  3 Km, por la carretera asfaltada, arribamos a Villanueva de la Tercia donde nos esperaban los tres compañeros fugados.

         Con renovados atuendos, nos fuimos al solitario restaurante “Benavente”. Bebimos  una refrescante cerveza y disfrutamos de una sabrosa y hogareña comida.  Las sopas con setas estaban exquisitas..

         Para acabar la tarde, aceptamos, en el Senén, la invitación a Gin-tonic de Antonio que quería celebrar, anticipadamente, su cumpleaños. Decepcionados, asistimos a la derrota del Atl. Madrid contra el Barça. Proyectamos una comida en el “Cocinandos”, para todo el que quiera asistir, para el día  de  carnaval y nos despedimos hasta la próxima.


                                            ¡Felices Carnavales¡

Felipe









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